lunes, 22 de febrero de 2016

Ballet político

V.R.C.

La vida de las bailarinas y sus “partenaires” masculinos transcurre entre los aplausos del público, la propaganda en los carteles callejeros, los sobresaltos preestrenos, las apariciones en los teatros, las jiras por las ciudades y el léxico usado en su profesión. El “entrechat” y la “elevación” son cosas de todos los días.

Lincoln Kirstein escribió un “Alfabeto del ballet” en el que están explicados todos los  términos usados en la danza. En un diccionario no sólo para los entusiastas del arte de la  Taglioni, Pavlova, Nijinsk, Alejandra Danilova o la reciente Moira Shearer. Puede servir admirablemente también para los que no aprecian en todos los detalles los entretelones políticos en un momento dado. El “Alfabeto del Ballet” se transforma así, con un poco de imaginación, en un “Alfabeto Político”, en el que se conserva, si no todo el movimiento del ballet, por lo menos su intención original.

En un examen comparativo vemos que el “Grand Adagio” es la culminación, que podríamos llamar partidista, de la danza política, en la que un candidato o precandidato (bailarina) secundado por una especie de “cavalier” realiza combinaciones de pasos y posiciones que sería incapaz de realizar solo. La función del “cavalier” es aquí la de desplegar al candidato o precandidato, para la mayor ventaja de él, relegándose él absolutamente a segundo término. Su papel es de un mero “posteur”. Empero, tiene una gran responsabilidad teatral, pues se requiere mucha experiencia para sostener y secundar al candidato o precandidato en sus evoluciones y saltos.

También se tiene el término “Ballet”, serie de danzas mímicas acompañadas de música y accesorios escénicos, todas ellas expresivas de alguna idea (política) o de alguna historia dramática (episodio nacional o extranjero) compuesta de un autor o un coreógrafo.

La coreografía, el balletómano, el cuerpo de baile y la “pirouette” son muy fáciles de asociar con el diccionario del escenario político. La “pirouette”, que sugiere acrobacia, es una vuelta completa del cuerpo del danzarín en un mismo sitio… Por supuesto que es uno de los pasos más brillantes en el equipo técnico de un danzarín.

El “iluminateur”, en el ballet político, sería la prensa, como dicen ciertos círculos, porque arroja luz multicolor sobre el escenario y sigue con su foco los movimientos de las primeras figuras y el cuerpo de baile. Pero, recordemos que el político también tiene un gran papel que desempeñar al final de la función. Es el que aplaude o silba, aunque de ello no se ocupa el “Alfabeto” de Kirstein.




Recopilación de: Alejandro Glade R. / Crónica de Victoriano Reyes C.

domingo, 14 de febrero de 2016

Los gallos en remojo

V.R.C.
Las Ultimas Noticias 1950

El problema del bullicio de la ciudad no es tan sencillo como parece. Si se tratara únicamente de hacer callar a los tenores callejeros nocturnos e improvisados, la cuestión sería de simple policía, pero los ruidos y sonidos de una ciudad como la nuestra necesitan ser catalogados para poder apreciar debidamente las infracciones.

Si esta capital fuera en algunos aspectos menos colonial, la presencia del gallinero sólo se tendría en las barricadas de los extramuros, pero ocurre que en pleno centro hay casas que tienen gallinero, aunque sea en la azotea o en un rincón del pasadizo oculto detrás de cortinajes, sobre todo en los edificios de departamentos. Y hacen bien los habitantes, porque las gallinas y los huevos están muy caros. Empero, surge el problema del bullicio de la ciudad que tanto preocupa a las autoridades edilicias.


En todo gallinero, generalmente, hay un gallo alicaído o gallardo, que por las mañanas y en las horas primeras, canta su alegría de haber amanecido con vida o su pena por ser el santo del dueño de casa…Pero lejos de toda consideración sentimental, los decibelímetros tienen la palabra, pues si se cumple la reglamentación en contra del bullicio, también caerán los gallos, no a la olla, sino al cesto de la infracción.

¿Qué el canto del gallo no es un ruido? Pero es un sonido que se mide perfectamente en decibeles, la unidad que sirve como guía en las campañas contra el bullicio. Frente a la ley del silencio el gallo no puede cantar y si lo hace podrá hacerlo en un recinto revestido de  amortiguadores del sonido. No hay discusión alguna por la inclusión de los gallos en las infracciones, porque los poetas y compositores ya lo han señalado, en múltiples ocasiones, como un temor madrugador. El mismo Kircher en su Tratado de Acústica, dice que el canto del gallo es musical y se puede escribir en  el pentagrama. ¿No es un toque de clarín? Para el castigo, los gallos deben ser catalogados  a la brevedad posible, porque hay una variedad de timbres en los cantos desde los Leghorn hasta las Pandovanas. Habría que esperar que cantara el gallo para aplicarle el decibelímetro, porque sin esta medida la multa podría resultar injusta.¿Cuántos decibeles tiene el canto del gallo chileno?


Hay un mínimo de tolerancia psico-fisiológica en esto de los ruidos y sonidos. La determinación de ese mínimo es difícil. Y por último, ya que tomamos los gallos, podemos decir que estas substanciosas aves deben poner sus crestas y carúnculas en remojo, por no decir las barbas, ya que se está pidiendo a pulmón lleno que cesen los ruidos y sonidos espantosos de la ciudad.


Recopilación por: Alejandro Glade R. /Crónica de Victoriano Reyes C. 




Las joyas de Goethe

 Por: Victoriano Reyes Covarrubias. Victoriano Reyes C. Las joyas que regaló Goethe no fueron sólo como el anillo de Carlota Buff, la heroín...